Durante la adolescencia existe un desajuste en la maduración de las áreas prefrontal y subcortical. Cuando está presenta la depresión, se suele asociar con un mayor riesgo de suicidio y un mayor riesgo de recaídas en la adultez. A pesar de la relevancia del tema, son pocos los estudios que analizan con técnicas de resonancia funcional para estudiar los correlatos neuronales de la depresión en adolescentes.
En el día a día, la mayoría de los adultos están acostumbrados a no responder a estímulos distractores, ya sea neutros o con carga emocional, cuando están inmersos en una tarea orientada a la consecución de un objetivo. Sin embargo la adolescencia normalmente se ve asociada con una reactividad elevada y una falta de control cuando se trata de enfrentarse a distractores emocionales tanto de carga positiva como negativa. Este tema es importante ya que se tiene constancia de que una respuesta anormal hacia estímulos distractores, incluso cuando son neutros, se asocia a un mayor riesgo de suicidio en adolescentes. También es importante ya que se ha propuesto la existencia de sesgos atencionales en el origen y mantenimiento de la depresión, así como en el grado de afectación de los síntomas.
Para estudiar los sesgos atencionales, habitualmente se recurre a la tarea denominada “go/no go” (AGNG), en la que se le pide a los participantes que respondan (por ejemplo pulsando un botón) a un estímulo diana (“go”) que tiene valencia emocional (por ejemplo, triste) mientras que se inhibe la respuesta a un estímulo distractor (“no go”) de valencia diferente (por ejemplo, triste). Desde una perspectiva de la imaginería funcional, en personas sanas se produce una activación del cortex prefrontal lateral interior cuando se responde a un estímulo diana positivo y se inhibe la respuesta a un estímulo distractor neutro; también se observa una activación del hipocampo, la ínsula y la cíngulo anterior, cuando se responde a un estímulo diana negativo y se inhibe la respuesta a un estímulo distractor neutro.
En un reciente estudio publicado en Journal of Affective Disorders, por investigadores las universidades de Cambridge, Manchester, Columbia y Oxford, entre otras, se examinó la respuesta funcional del celebro de adolescentes sanos y deprimidos, mientras realizaban la tarea “go/no go” con distractores con carga emocional, antes y después de recibir terapia cognitivo-conductual para la depresión. Por tanto, se analizó hasta qué punto los adolescentes deprimidos se caracterizan por tener un determinado sesgo atencional y la terapia permitía eliminar o atenuar dicho sesgo.
Reclutaron 24 adolescentes sanos y 82 adolescentes con depresión, todas ellas mujeres, de edades comprendidas entre 12 y 17 años, que realizaron la tarea “go/no go” al inicio del estudio (línea de base). A los participantes se les indicó que no debían responder cuando vieran palabras felices o bien tristes. Entre los participantes, sólo 13 completaron las 30 semanas de terapia. Estos participantes junto a otros 20 controles, repitieron la tarea.
Se encontró que al inicio del estudio, los participantes deprimidos experimentaban una activación anormal del cortex orbitofrontal cuando trataban de no responder a palabras felices en comparación cuando tenían que evitar responder a palabras neutras, y que dicha tendencia se normalizaba tras recibir terapia cognitivo-conductual. No se encontraron diferencias significativas grupales en activación en respuesta a distractores de tristeza. La mejora en la sintomatología, se relacionó con cambios en los niveles de activación del cortex orbitofrontal.
El cortex orbitofrontal es un elemento fundamental en el sistema de recompensa, ya que recibe información de todas las modalidades sensoriales, están fuertemente conectados con el sistema límbico y es responsable de la toma de decisiones. A su vez, se ha postulado que el cortex orbitofrontal modula de forma específica las emociones positivas. Por tanto, la activación anormal del cortex orbitofrontal en adolescentes mujeres deprimidas de este estudio, se puede atribuir a su dificultad para modular y tomar decisiones cuando deben responder o ignorar estímulos distractores positivos.
Este artículo se une a un grupo cada vez más numeroso de trabajos científicos que vienen a demostrar que la terapia cognitivo-conductual incide a nivel cerebral en cómo las personas procesan la información, y que su eficacia no viene avalada sólo por medidas de autoinforme, sino también por medidas objetivas que le dan validez.
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