Estudios previos han puesto de manifiesto que las personas que tienen trastornos mentales tienden a ser percibidos como menos atractivos, que aquellas personas que no tienen ningún problema psicológico. Del mismo modo, cabe esperar que si se presenta información negativa referida a los rasgos de personalidad de una persona, esa persona será evaluada como menos atractiva.
En un reciente estudio publicado en la revista Personality and Individual Differences, se sometió a prueba esta hipótesis de la siguiente forma. En una primera fase todos los participantes (60 hombre y 60 mujeres) evaluaron el grado de atractivo de una serie de imágenes que mostraban rostros de mujeres. En una segunda fase del estudio, a las dos semanas, se dividió la muestra en 3 grupos: aquellos a los que junto a las imágenes se les mostraba información positiva, neutra o negativa acerca de los rasgos de personalidad de la mujer que se mostraba en la imagen. Los resultados mostraron que no había ninguna diferencia estadísticamente significa entre los tres grupos en sus valoraciones de grado de atractivo de las imágenes. Sin embargo, en la segunda fase se encontró que la valoración del grado de actractivo era menor para aquellos a los que se le había presentado información negativa, seguidos de aquellos a los que se le había presentando información neutra, siendo la valoración más positiva para aquellas imágenes que venían acompañadas de información positiva.
Este fenónemo se conoce como “efecto halo” y los autores de la investigación presuponen que los rasgos de personalidad pueden contribuir a juzgar el atractivo facial de las personas y que los rasgos de personalidad deseados en una persona quedan reflejados en sus preferencias faciales. Es decir, que las personas con rasgos de personalidad más deseables son juzgadas como más atractivas.