Los estudios con animales muestran una fuerte relación entre la pérdida de la función olfativa y la aparición del comportamiento depresivo. Basándose en ello, investigadores del Instituto de Neurociencia y Fisiología de Gotemburgo (Suecia) diseñaron un estudio en humanos para comprobar si la función olfativa podría ser un marcador de la depresión en los seres humanos. Si así fuera, cabría esperar que los pacientes con depresión tendrían una función olfativa reducida y esta volvería a la normalidad, una vez que recibieran tratamiento psicológico para la depresión.
Veintisiete mujeres con depresión se compararon con 28 mujeres sanas de la misma edad, al inicio y al final de la terapia para la depresión. El grupo control simplemente recibió dos visitas que coincidían en tiempo con el inicio y final de la terapia. Se evaluó la función olfatoria en diferentes parámetros como umbral, discriminación y prueba de identificación, potenciales evocados quimiosensoriales y resonancia magnética funcional olfativa.
Se encontró que al principio de la terapia las pacientes presentaban menor discriminación olfativa, potenciales evocados más prolongados y una reducción de la activación de las estructuras olfativas secundarios (tálamo, ínsula, y corteza orbitofrontal medial izquierda). Después de la terapia, los pacientes mejoraron de manera significativa en todos los parámetros y por lo tanto las diferencias entre el grupo control y los pacientes desaparecieron.
Los investigadores, llegan a la conclusión de que la función olfativa es un marcador válido para la depresión, aunque resulta necesario realizar más replicaciones de estos resultados en muestras más amplias y en poblaciones diferentes.
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Artículo original en la revista Journal of Affective Disorders