Claves para elegir un buen psicólogo

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Psicología

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La respuesta, en principio, es sencilla, pero a la vez complicada, dado el desconocimiento que aún hay sobre nuestra profesión, así como la continua proliferación de personas que dicen hacer todo tipo de terapias no científicas. El uso de “Psico” y otros términos relacionados con nuestra profesión, en el nombre de muchas de esas pseudoterapias o en los temas para los cuales ofrecen sus servicios, hacen que cierta proporción de personas vulnerables se pongan en manos de no profesionales. La publicidad, el marketing y la fuerza de influencia de las redes sociales, hacen que estas prácticas no científicas ni profesionales se extiendan mucho más, lo que, unido a tiempos de crisis, aumenten las personas que esperan remedios milagrosos para sus problemas emocionales y vitales en ese tipo de terapias, talleres o cursos. Esto supone invertir mucho dinero y tiempo en terapias que no son tales, de modo que tarde o temprano, las consecuencias negativas suelen verse, en forma de mantenimiento y cronificación de problemas emocionales, empeoramientos, decisiones incorrectas tomadas por orientación de personas no cualificadas, y un sin fin de posibles problemas añadidos.

Por tanto, nos gustaría aclarar algunas cuestiones.

Por un lado, en psicología existen diferentes “escuelas”, “corrientes” o “modelos”, algunos de los cuales son científicos y otros no, es decir, las terapias consideradas científicas son aquellas que han sido evaluadas por científicos expertos y han demostrado ser eficaces para ciertos tipos de trastornos emocionales y del comportamiento, mientras que otras no han logrado tales avales de la comunidad científica. Hay psicólogos, que, siéndolo, han decidido adscribirse a algunas de esas terapias; en otros casos, son personas sin titulación formal, que prestan servicios psicológicos sin la adecuada formación y, por tanto, sin garantías.

Cuando una persona busca ayuda para problemas emocionales y del comportamiento, o cuando acude desea pedir cita con un/a psicólogo/a, aunque se lo hayan recomendado otras personas, se recomienda tratar de comprobar a priori y/o al principio de toda intervención, las siguientes cuestiones:

  1. Si es realmente psicólogo, es decir, Licenciado en Psicología y está colegiado por el Colegio Oficial de Psicólogos al que corresponda su ciudad. Si ves “Psicoterapeuta” o “Terapeuta…”, presta especial atención, ya que los psicólogos, solemos llamarnos psicólogos. Aunque no en todos los casos, esos términos suelen usarlo las personas que no tienen el título de psicólogo, cualquier otra cosa bajo el nombre de “terapeuta” no está regulado en nuestro país. Un psicólogo, que de verdad lo sea, puede llamarse, “además”, “terapeuta” por algún motivo, pero recuerda que debe ser psicólogo. Todo psicólogo, ha de mostrar visiblemente su número de colegiado, lo que, además, implica, que conoce y asume las “normas éticas” impuestas al ejercicio de nuestra profesión. En otro lugar de nuestra página, puedes encontrar el acceso al enlace donde puedes consultar el Código Deontológico del Psicólogo en España.
  2. Una vez que sabemos que es psicólogo o psicóloga, hemos de saber si tiene formación y experiencia en los problemas concretos por los que necesitas ayuda profesional. Todos los psicólogos no necesariamente estamos formados para tratar todos los posibles problemas y trastornos. Cada psicólogo o centro ha de ofrecer en sus servicios sólo el abordaje de aquellos problemas psicológicos para los que cuenta con la formación necesaria. Aunque alguien te haya recomendado a un buen profesional, podría ser, que ese buen profesional, no esté capacitado para el problema concreto que tú necesitas, en cuyo caso, él mismo o ella misma, deberá informarte de esto, entendiendo que tal profesional te derive a la búsqueda de otro profesional más cualificado para ese tipo de problemas.
  3. Solicita información sobre el tipo de terapia con la que trabaja y si ésta forma parte de las que avala la ciencia para ese problema. La más extendida y avalada por la ciencia es la terapia cognitivo-conductual, basada en modelos explicativos del comportamiento humano adaptativo y desadaptativo. Este modelo cuenta con un gran respaldo científico e implica un modo de entender, de conceptualizar y un modo de tratar los trastornos psicológicos o los déficits en recursos psicológicos personales de un modo coherente y con un método claro y ordenado. En nuestra web puedes encontrar información sobre esta terapia psicológica. Recuerda que uno de los artículos de nuestro Código Deontológico, nos obliga a aplicar sólo terapias y técnicas que respalda la ciencia. En este tipo de terapia cognitivo-conductual, se siguen unas directrices sobre la frecuencia y espacio entre sesiones, la duración recomendada de cada sesión, el número de sesiones aproximado para cada tipo de problema, qué se hace en las sesiones y qué ha de hacer el cliente entre sesiones. Si el profesional al que acudes no te ofrece una explicación clara al respecto o te habla de otra terapia, infórmate expresamente sobre ese tipo de terapia y su metodología.
  4. Para aplicar una intervención seria y coherente con el modelo de trabajo, el profesional debe identificar cuál o cuáles son los problemas del cliente. Para ello, el profesional necesita “evaluar” correctamente, mediante la entrevista y mediante los cuestionarios objetivos que la ciencia nos proporciona para ello. Esta evaluación suele requerir entre 2 y 4 sesiones y cada cuestión evaluada ha de ser interpretada y transmitida al cliente, así como el “plan de tratamiento”. Si el profesional no te habla de evaluación ni te explica cómo entiende lo que te ocurre ni qué tipo de intervención, por tanto, necesitas, plantéate si estás en el lugar adecuado.
  5. Frecuencia de las sesiones. La terapia cognitivo-conductual recomienda una sesión semanal en general. Algunas técnicas concretas de intervención, para algunos tipos de problemas (no todos), pueden requerir que acudas a la consulta más de una vez a la semana, al menos hasta conseguir en dicha técnica el avance controlado necesario para que puedas empezar a practicarla solo en casa entre sesiones. En caso de que esto sea necesario, el profesional ha de explicártelo, no siendo necesariamente cobrado a precio normal cada una de esas sesiones extra, puede establecerse otro precio que no resulte abusivo ni para el cliente ni para el profesional. Todo lo demás que implique la terapia, debería hacerse con una frecuencia de una sesión a la semana que suele durar una hora para que pueda ser productiva.
  6. Consentimiento informado y protección de datos. Todo psicólogo tiene la norma ética de dar a sus clientes suficiente información, clara y concisa sobre todas estas cuestiones arriba comentadas, antes de iniciar un tratamiento o en el inicio de la primera sesión. Un consentimiento informado consiste precisamente en que el profesional cumple con su obligación de informar y el cliente firma su consentimiento sobre el tipo de terapia que decide seguir con ese profesional en base a la información recibida. Nuestro centro ofrece un dossier informativo para nuestros clientes, y, pese a su importancia y a que siempre insistimos en que es necesario que lo lean, es cierto que muchos no lo leen o no en profundidad. Sin embargo, suele ser agradecido por nuestros clientes. Por otro lado, todos los profesionales estamos obligados a garantizar, por los medios que establece la ley, la debida protección, guarda y custodia de los datos personales y de todo lo que incluya la historia clínica que será, no obstante, propiedad del profesional. El profesional ha de informar y ofrecer a los clientes los documentos que hacen referencia a esta protección de datos.
  7. Qué implica un tratamiento psicológico basado en la ciencia: Durante las sesiones, lógicamente, se ha de hablar. La cuestión es “de qué se habla” y para qué. El psicólogo ha de tener preparada cada una de las sesiones con cada uno de sus clientes, ha de tener una serie de objetivos de tratamiento que cumplir y, para ello, cada sesión cuenta en el proceso y ha de cumplir, a su vez, una serie de objetivos claros. Luego, en las sesiones, no nos limitamos a repasar la semana o la vida del paciente o a “contar cosas”, sino que “trabajamos”, con psicoeducación, con entrenamiento explícito de técnicas y revisión de los trabajos que el cliente ha de ir haciendo también en casa entre sesiones. La terapia ha de implicar tras cada sesión, una serie de “tareas para casa”, bien definidas, bien justificadas y bien explicadas. Estas tareas pueden ser de diversos tipos: lectura reflexiva de materiales escritos en total relación y coherencia con el trabajo en las sesiones, anotaciones del cliente o lo que llamamos “autorregistros”, aplicación de técnicas concretas… La ciencia demuestra que para superar los trastornos psicológicos y para aprender nuevas habilidades que no se tenían o modificar pautas de comportamiento y de pensamiento, es necesario un trabajo sistemático y bien guiado por el profesional, tanto en las sesiones, como en el trabajo para casa. Esta implicación del paciente es esencial para su proceso, siendo uno de los factores importantes que afectan a la eficacia del tratamiento. De modo que no es bueno tener la expectativa de que ir a terapia es sólo ir a hablar de los problemas, sino que supone mucho más que eso. De hecho, lo de “hablar de los problemas”, sin más, es algo que la vida suele permitir con las personas de nuestra vida, sin que nos cobren, sin que haya compromiso alguno entre las partes y sin que podamos exigirles la formación de un profesional. La terapia puede implicar también momentos duros en las sesiones, ya que hay problemas que requieren enfrentarse a cosas que producen miedo o dolor, pero es para superarlo para lo que el cliente acude al profesional. Otras sesiones serán más livianas o positivas. En todas ellas, en las positivas y en las duras, el cliente ha de comprender y aprender algo, o dar un paso en su recuperación.
  8. ¿Cómo ha de ser la “relación terapéutica” o relación psicólogo/a-cliente? Este aspecto es también fundamental en la terapia y está muy estudiado y existen muchas recomendaciones y obligaciones a los profesionales en el trato y relación con los pacientes/clientes. Aunque el cliente comparta confidencias importantes, problemas, preocupaciones, dolores emocionales, intimidades en definitiva con el psicólogo o la psicóloga, esto forma parte del trabajo del profesional, que no será (ni debe ser) tu amigo/a, ni has de verlo como tal. No hará el papel de ninguno de tus familiares ni será como cualquiera otra de tus relaciones personales. El psicólogo siempre ha de cumplir “unas formas”, unas actitudes, asociadas con nuestro rol profesional, pero nuestras implicaciones serán exclusivamente profesionales, aunque tengamos muy buena voluntad e interés profesional en hacer bien nuestro trabajo y que nuestros clientes superen sus problemas motivo de consulta. Un psicólogo no debe mantener ningún otro tipo de relación paralela con un cliente/paciente, ni dentro ni fuera de la consulta, al menos mientras ese paciente esté en tratamiento con ese psicólogo. Tampoco deben darse otro tipo de relaciones comerciales entre ambos paralelos a la relación terapéutica ni a través de ella. Un/a psicólogo ha de tener un trato cordial y empático, ha de tener habilidades de comunicación y de escucha, ha de ser activo en su trabajo. Si, por algún motivo no te sientes cómodo/a con ese/a profesional, puedes expresárselo y tratar de ver qué ocurre. Puede ser su actitud, o que quizá esperabas algo no realista en la figura del psicólogo. En último término, puedes decidir cambiar de psicólogo (sería bueno que se lo comunicaras, a no ser que la relación sea muy negativa, lo que no es frecuente). En caso de necesitar cambiar de profesional, vuelve a tener en cuenta todas estas recomendaciones.
  9. Cuidado con:
    1. las promesas de remedios rápidos o milagrosos o “fáciles”, ya que ninguna terapia avalada por la ciencia consiste en no hacer esfuerzos o no hacer nada o en hacer cosas sin sentido; todo proceso de cambo, aprendizaje y superación de un problema o trastorno requiere esfuerzos sistemáticos, graduales y dirigidos correctamente por el profesional, habiendo momentos duros y momentos más llevaderos conforme se avanza.
    2. Palabras como “sanación”, “alma”, “espíritu”, “energías”… que suelen proceder de pseudoterapias o de personas sin titulación.
    3. nombres de terapias o técnicas “extrañas”, que nada tengan que ver con la realidad del trabajo de un psicólogo científico.
    4. talleres o cursos de autoayuda dirigidos o impartidos por no profesionales titulados por una Universidad oficial: las “terapias de grupo” y los “talleres”, también han de ser impartidos por profesionales con la formación y titulación necesarias. Por muchas acreditaciones que una de esas actividades diga tener, muchas veces son acreditaciones hechas por ellos mismos, o por alguien superior a ellos que igualmente no es un psicólogo titulado y colegiado. Si una persona desea hacer, por ejemplo, yoga, ha de saber que va a hacer yoga. Si en ese contexto surgen otro tipo de ofrecimiento de servicios que implique de alguna forma tratar cuestiones que pertenecen al trabajo profesional del psicólogo, sé prudente y piensa bien antes de tomar parte de ello. Si te implicas en alguna de esas pseudoterapias, sin garantías, has de considerar las consecuencias que podría tener.
  10. ¿Y si surge algún problema serio? No toda dificultad o posible malentendido es un problema grave. En caso de que en alguna cuestión se encuentre algún problema, como que claramente el profesional no sea tal, o aplique cosas que no tienen fundamento científico, no cumple alguna de las obligaciones importantes comentadas, o tiene un comportamiento que no es apropiado en la relación terapéutica, pide explicaciones al profesional en primer lugar, y, si se trata de una situación grave, dirígete a la delegación correspondiente del Colegio de Psicólogos para que te orienten al respecto.

 

Nota: Este post se ha basado en diferentes fuentes para su elaboración:

  • Es una adaptación, en base a nuestro modelo de trabajo, de un post previo del psicólogo y escritor Eparquio Delgado. Este post se puede consultar aquí.
  • También nos hemos basado en el post de la Doctora Jill Holm-Denoma, que se puede consultar en la siguiente web.
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